Últimamente estoy trabajando en mi consulta con varias
personas de más de 40 años que nunca han tenido relaciones sexuales con
penetración. Suelen venir bastante angustiados y preocupados, sin saber muy
bien cómo abordar la situación. La vergüenza suele ser también una emoción que
está muy presente en ellos.
Los motivos por los que no han tenido penetración son
variados: enfermedades mentales o físicas, religión, ser pareja de alguien que
no podía o quería tener penetración, miedos y prejuicios acerca de esta
práctica… Entre todos estos motivos tan diversos subyace una misma idea: la
penetración vaginal es la práctica más importante y relevante de todas.
Cuando hablamos de alguien "virgen" nos referimos a
una persona que no ha mantenido relaciones sexuales con penetración. Si esa
persona sí ha tenido, por ejemplo, relaciones de sexo oral o masturbación, pero
no penetración, sigue considerándosela virgen. Incluso, en muchas culturas,
mantienen relaciones de penetración anal, pero no vaginal, para seguir
considerádose vírgenes cuando llegue el momento de casarse. Curioso, ¿verdad?
Alrededor de la penetración hay toda una construcción
cultural tremenda sobre su significado. "La primera vez" es única,
irrepetible y llena de valor. Si lo haces, has perdido algo, has entregado algo
que no vas a poder recuperar. Por tanto, debe ser algo que entregues
"cuando estés seguro" o, incluso, "cuando te cases" o
"sea amor de verdad". En cambio, no se le suele dar tanta importancia
a la primera vez que masturbas a otra persona.
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