El cotizado actor boricua
comparte en Cuba varias interioridades de su carrera, como que a veces llega al
'set' sin saber sus líneas
Cuba - Benicio del Toro ganó
un Oscar por su actuación en “Traffic”, una película en la cual caracteriza a
un policía mexicano que pelea a muerte contra el narcotráfico, un ejemplo, en
este caso para bien, de cómo el encajonamiento afecta el desarrollo de los
actores latinos en Hollywood, una realidad que no cambiará a corto plazo en la
industria del cine.
“Es muy complicado ser latino
en Hollywood, porque hay más límites de proyectos y personajes”, dijo Del Toro
al responder a la pregunta de cómo trata la meca del cine a los intérpretes
latinos.
“Hace un tiempo alguien me
preguntó sobre si no me cansaba de hacer papeles de latino, y le respondí que
claro que no, porque yo soy latino”, expresó el actor boricua, quien visitó
Cuba como parte de las actividades del Festival Internacional de Cine de
Gibara, un tradicional junte de amantes del séptimo arte que se realiza en este
pueblo pesquero de la provincia oriental de Holguín.
Del Toro enfatizó en que ha
tenido mucha suerte en su carrera, pues actores latinos como el mexicano Edward
James Olmos, el puertorriqueño Raúl Juliá y el cubano Andy García le abrieron
paso a él, quien a su vez vio surgir tras su incursión en Hollywood a la
llamada “ola española”, con Antonio Banderas, Penélope Cruz y Javier Bardem,
además de la entrada a escena de la mexicana Salma Hayek.
“Cuando yo estaba comenzando
había un movimiento muy fuerte de cine independiente y tuve la oportunidad de
entrar por ahí cuando estaba allí comenzando como actor. Eso me dio la
oportunidad de trabajar en algunos proyectos, porque la verdad es que hay muy
pocos libretos o cuentos para los latinoamericanos en Hollywood”, expresó Del
Toro, quien ha interpretado a personajes como Che Guevara, Pablo Escobar y al
sicario colombiano “Alejandro”.
“Me dije a mí mismo que si iba
a hacer papeles latinos, aunque fueran pequeños, debía representar que no todos
los latinos somos iguales. Que no todos estamos rezando o comiendo arroz y
habichuelas. Decidí darle una identidad y una forma particular a cada uno”,
agregó el actor boricua, quien se mostró relajado y parlanchín al hablar con la
prensa, colegas y público presente para escucharlo en la Casa de la Cultura de
Gibara.
Rompe el “cajón"
Del Toro se declara suertudo
por haber roto en muchas ocasiones ese “cajón” al cual condenan a los latinos,
pues ha logrado hacer personajes en importantes secuelas de ciencia ficción,
como “Guardians of the Galaxy” y ahora en “Stars Wars” y “Avengers”.
Ese, sin embargo, no es el
único cajón que ha tenido que quebrar, pues ha sufrido el “encajonamiento” que
ha provocado en su carrera los papeles del “malo de la película”.
“Muchos de los actores que yo
admiro, como Al Pacino, Robert De Niro o Marlon Brando hicieron de malo. El
actor no escoge los proyectos, los proyectos lo escogen a él. Las películas
escogen al actor, así que si Dios te da limones, pues a hacer limonada”, expresó.
“Si se puede decir que he hecho mucho de malos, hay que señalar que estas
películas representan también un momento, en el cual los vínculos de la droga
nos rodean y se han estado viviendo con ellos por los últimos 30 años”, agregó.
Explicó que “las películas en
las cuales he hecho de malo, el elenco y el equipo son todos de primera clase.
He tenido papeles de ‘bueno’, en el cual el equipo no está al nivel, por
ejemplo, de una película de mafia. Yo escojo las películas basadas en el
libreto, en los actores con los cuales voy a trabajar, el director y, en
ocasiones, con el director de fotografía… Los personajes malos son complicados
y tienen cosa que se pueden explorar que uno no haría en la vida”.
En su alocución, Del Toro hizo
algunas confesiones sobre su proceso creativo, sobre cómo memorizar líneas y
sobre dónde desarrolló sus capacidades histriónicas.
Contó cómo ganó una beca para
estudiar en la prestigiosa Stella Adler Studio of Acting de Nueva York tras ir
a una audición, una decisión que no fue bien vista por su familia que
consideraba la actuación como algo de “un payaso”.
Allí aprendió el llamado
“método”, una escuela de actuación originada en Rusia que marcó su formación,
así como la de importantes actores como Marlon Brando, Al Pacino y Robert De
Niro. También se sorprendió por la seriedad que se les impregnaba a las clases,
con una disciplina igual a los cirujanos, porque su maestra decía que la
“actuación era como caminar por la cuerda floja”.
De estudiante aprendió su
forma para memorizar las líneas de los guiones, un proceso que inicia
escribiendo los parlamentos en sus propias palabras, para luego comenzar a
internalizarlos como el personaje y finalmente memorizar de manera orgánica las
líneas exactas del escritor, aunque confesó sonriente que su sistema a veces
falla.
“Soy un poco distraído y este
sistema me ayuda. Hay otros actores que las memorizan escribiéndolas una y otra
vez, eso también funciona. A veces, confieso, que llego al 'set' y no me sé las
líneas. Por eso me pueden acusar de irresponsable y no estar preparado, pero lo
que estoy buscando es entender la escena, de qué se trata y qué quiere
transmitir”, señaló.
“Yo me uso a mí mismo para
construir mi personaje, es la primera gaveta que miro, lo que he vivido, he
sentido, he olido, he escuchado, mis vivencias”, relató ante una audiencia
cautiva por su candidez y honestidad al revelar cuál es el secreto de hacer
buen cine.
“Lo difícil del cine es el
guión, eso es lo más complicado. No hay una fórmula y gracias a Dios que no la
hay, porque si no ya alguien la hubiese acaparado. El guión es lo más
importante para una película”, sostuvo.
“La clave para hacer buen cine
está en nosotros, la gente del cine, en hacer películas que atraigan a la gente
a ver estos cuentos. Es como la comida, si se hace un bistec que no sabe bien,
nadie se lo va a comer, pero si se hace un bistec que es sabroso, pues se lo
come todo el mundo y lo vuelven a pedir”
(AGENCIAS)
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