Más gente está viviendo más
tiempo después de un diagnóstico de cáncer que en cualquier otro tiempo del
pasado. Esto es el resultado, en parte, de nuevas terapias y estrategias para
tratar el cáncer. Pero, algunos de los mismos tratamientos que ayudan a la
gente a sobrevivir al cáncer pueden también dañar el corazón y producir
problemas cardiovasculares, incluso hipertensión arterial, arritmia e
insuficiencia cardíacas.
Los supervivientes adultos de
cánceres infantiles tienen 10 veces más probabilidad de padecer cardiopatía
coronaria y 15 veces más probables de padecer insuficiencia cardíaca. Los
efectos secundarios cardiovasculares relacionados con tratamiento, conocidos
como cardiotoxicidades, son también comunes entre los supervivientes de 5 a 10
años de cánceres de adultos.
Supervivientes de cáncer infantil
que han estado expuestos a radioterapia al pecho y a quimioterapia de
antraciclina tienen un riesgo mayor de efectos secundarios cardíacos.Sustancias
más nuevas, como ciertas terapias dirigidas, pueden contribuir a los cambios
cardiovasculares en algunos pacientes. Se necesita más investigación para
definir las cardiotoxicidades asociadas con todas las terapias contra el cáncer
según dosis diversas y duraciones de exposición.
En años recientes, conforme han
vivido más tiempo los pacientes con cáncer, la evidencia de cardiotoxicidades
ha crecido. Investigadores de los campos de oncología y de cardiología se han
reunido para investigar la biología de estos efectos y buscar formas de
prevenirlos, de manejarlos y posiblemente de contrarrestarlos. De estas
colaboraciones ha surgido una nueva disciplina conocida como cardio-oncología.
“Muchas formas diferentes de
tratamiento del cáncer —de sustancias de quimioterapia, de radiación, de
inmunoterapia y de sustancias dirigidas —solas y juntas pueden resultar en
efectos cardíacos adversos” dijo la doctora Lori Minasian, subdirectora de la
División de Prevención de Cáncer (DCP) del NCI.
“El NCI está trabajando con el
Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) para apoyar la
investigación que nos ayude a entender mejor los factores de riesgo y formas de
reducir y prevenir tanto los efectos a corto plazo como los efectos tardíos que
pueden comprometer la supervivencia”.
Elaboración de una agenda de
investigación
Para responder a la necesidad de
nuevas estrategias de investigación sobre cardiotoxicidad, el NCI y el NHLBI
condujeron un taller en 2013 para identificar las brechas en conocimientos,
prioridades para futuras investigaciones y recursos y colaboraciones necesarias
para avanzar el campo de la cardio-oncología. El taller trató de todos los
tipos de tratamientos del cáncer pero se enfocó en dos formas de
cardiotoxicidad: hipertensión e insuficiencia cardíaca.
Un tema que se destacó en el
taller fue la necesidad de normas en la colección de datos sobre resultados y
cardiotoxicidad de pacientes. El uso de términos y procedimientos regulares
para evaluar la salud cardíaca de base y por todo el tratamiento permitiría a
los investigadores rastrear y comparar los efectos secundarios cardiovasculares
en poblaciones diferentes de pacientes y a través de instituciones.
El taller condujo a investigar
recomendaciones por expertos y a la identificación de recursos e
infraestructura necesarios para ayudar a avanzar el campo de la
cardio-oncología. Los resultados de este encuentro han ayudado a guiar las
agendas subsiguientes de investigación y conferencias sobre cardiotoxicidad.
Además, los Institutos Nacionales
de la Salud han anunciado oportunidades de financiamiento sobre cardiotoxicidad
relacionada con el tratamiento del cáncer. Por ejemplo, hay financiamiento
disponible para apoyar investigación para la identificación de pacientes con
cáncer que tienen riesgo de presentar cardiotoxicidad y para investigación
sobre el manejo de la cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento.
Evaluación de ecocardiografías
Este verano pasado, la DCP reunió
a un grupo de médicos oncólogos y de especialistas en cardiología para revisar
los resultados de ecocardiografías de pacientes que participaron en dos
estudios de cardiotoxicidad apoyados por el NCI. Los estudios, que son
financiados por el programa de oncología comunitaria del NCI, son el:
Estudio USF : Un estudio
aleatorizado en fase II que evalúa el uso del lisinopril y del carvedilol
fosfato de liberación prolongada para reducir la cardiotoxicidad inducida por
trastuzumab (Herceptina®) en pacientes con cáncer de seno que reciben
trastuzumab. (El estudio es dirigido por el programa de oncología comunitaria
SunCoast).
Estudio PREDICT: Un estudio
prospectivo, de observación, que evalúa biomarcadores de predicción para
insuficiencia cardíaca en pacientes con cáncer de seno que reciben adriamicina
o trastuzumab. (El estudio lo dirige el MD Anderson Cancer Center de la
Universidad de Tejas.)
Por un análisis de estos dos
estudios, los expertos empezaron a establecer un marco de trabajo para evaluar
la cardiotoxicidad en estudios clínicos de cáncer futuros. Se llegó a un
acuerdo general que, aunque una ecocardiografía es una herramienta aceptada y
ampliamente disponible para medir la función cardíaca en general, se necesitaba
más investigación para evaluar el uso de esta tecnología como herramienta de
diagnóstico para resultados de cardiotoxicidad en pacientes que participan en
estudios clínicos de cáncer.
Modificación de tratamientos para
los cánceres infantiles
Un enfoque de la investigación de
la cardiotoxicidad ha estado en la reducción de los efectos cardiotóxicos de
los tratamientos del cáncer infantiles y en cómo vigilar y cuidar a
supervivientes adultos de cánceres infantiles. En décadas recientes, ha habido
un progreso dramático en el tratamiento de algunos de los cánceres infantiles
más comunes. En general, más de 80% de los niños que tienen acceso a las
terapias actuales se espera que sobrevivirán a su enfermedad 5 años por lo
menos, y muchos serán supervivientes por largo tiempo en edad adulta.
Pero las mismas terapias que han
conducido a este progreso pueden causar efectos secundarios graves, incluso
problemas cardiovasculares. La incidencia de daño al corazón entre los
supervivientes de cáncer infantil aumenta con el tiempo. Y, para algunos
pacientes jóvenes, la exposición a ciertas terapias puede impedir que el
corazón crezca normalmente, y que aparezcan problemas graves del corazón en la
edad adulta.
Para reducir los efectos
secundarios para el corazón y de otro tipo inducidos por el tratamiento, los
investigadores y los clínicos han modificado poco a poco muchos tratamientos
para cánceres infantiles en las últimas décadas. Los estudios clínicos
conducidos por el Grupo de Oncología InfantilNotificación de salida del NCI han
demostrado que, en muchos casos, la intensidad de un tratamiento podría
reducirse sin comprometer su efectividad. Por ejemplo, los tratamientos que
reducen la cantidad de radiación administrada y usan dosis menores de
quimioterapia pueden aminorar el riesgo de efectos tardíos para el corazón y
para los vasos sanguíneos relacionados con tratamientos más antiguos.
Los investigadores están
estudiando formas de detectar signos tempranos de problemas cardíacos en gente
que recibieron estos tratamientos cuando niños. Si tales signos tempranos
pudieran identificarse, los doctores podrían identificar a los supervivientes
con un alto riesgo de muerte cardíaca que podrían beneficiarse de la vigilancia
y estrategias para mantener una salud cardíaca.
Por ejemplo, el doctor Gregory T.
Armstrong, del St. Jude Children´s Research Hospital, y sus colegas encontraron
recientemente que la evaluación de la salud cardíaca mediante el uso de
mediciones ecocardiográficas conocidas como deformación longitudinal global y
función diastólica puede ayudar a identificar a los supervivientes del cáncer
que tienen un alto riesgo de enfermedad cardíaca inducida por el tratamiento.
Pero los autores del estudio advierten que se necesita investigación adicional
para caracterizar los cambios cardíacos que ocurren en supervivientes adultos
de cáncer infantil con el tiempo que pueden predecir la aparición de daño
cardíaco.
Un editorial que acompañó al
estudio anotó que, aunque los doctores pueden detectar cambios “subclínicos”
(cambios que no resultan en síntomas evidentes) en ciertas funciones cardíacas,
“se desconoce todavía el beneficio de una detección temprana”. Se necesita más
investigación para determinar si la intervención pronta en pacientes con riesgo
de cardiotoxicidad llevará a mejoría de resultados clínicos a largo plazo,
indicaron los editorialistas, doctores Edward T.H. Yeh y Pimprapa Vejpongsa,
del MD Anderson Cancer Center.
Los autores de la editorial
añadieron: “No hay un tratamiento que haya sido probado para revertir un daño
cardíaco infligido después del tratamiento del cáncer. Sería más deseable para
impedir el daño cardiovascular con la prevención primaria”.
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